Regreso al Antigo Cafe

Cafe

No es cuarenta de mayo, pero ya me he quitado el sayo, el tiempo caluroso y pegajoso como en una noche de verano, este tiempo de mañanas calurosas y tardes tormentosas, de noches tranquilas que invitan a salir,  de estrellas y luna, esta noche es tiempo de radio.

Salgo del trabajo, el sol se esta poniendo y el cielo toma tantos tonos de naranja y rojo que parece que hoy ha sido pintado, dias como este me ponen malo, me recuerdan muchas cosas y me hacen pensar tanto que no me doy ni cuenta de hacia donde estoy marchando.

Cuando salgo de mi mismo, me doy cuenta donde he aparcado, parece mentira como funciona la mente, te lleva ella sola al lugar mas inesperado, es curioso pero es el sitio donde antes tantas veces habia aparcado, esta junto Antiguo Cafe, y hace muchos meses que con el trabajo y mil historias por aqui no me habia acercado.

Salgo del coche, miro la cartera, pues no creo que quede ya confianza para pedir fiado, dudo un momento entre coger una chaqueta o no, no tengo frio, pero quizas por constumbre, el llevar chaqueta me hace sentir armado, chaqueta y corbata para ser un brillante caballero armado, pero al fin y al cabo a quien quiero impresionar, los que hay ya me conocen y a los que no me conocen para que los quiero impresionar, dejo la chaqueta y no solo me la aflojo sino que dejo la corbata.

Me apoyo en la puerta de madera, bastante desvencijada, que funciona no obstante con vaiven como las puertas de los salones del oeste y entro en el local, cuando entro una extraña sensacion me embarga, es parte de mi, quizas sea porque el recuerdo de ella esta en el ambiente.

El local no ha cambiado, las mismas mesas pegadas a la pared alargadas, de madera llenas de cortes y manchas con mas historias que algun pais, llenas de corazones, telefonos, declaraciones y te quiero, aunque se ve alguna que otra silla nueva que desentona con las demas, pero claro se van rompiendo con el paso del tiempo y en algun sitio se tiene la gente que sentar, La misma barra de piedra blanca aunque no demasiado blanca, apoyada en un muro de caravista y los mismos taburetes cada uno de su padre y su madre.

La vitrina llenas de bandejas con restos de tapas del dia me hacen apetecer un bocadillo, pero el cuerpo me pide otra cosa, me pide un cafe, ese cafe que hacen como no lo hace nadie, ese cafe con esa mezcla tan secreta como la formula de la coca-cola, en su punto de molienda que garantiza que en un corto cafe en una pequeña taza de loza se haga un milagro de liquido y crema que permite que dos terrones de azucar floten durante un rato sobre el cafe.

Se lo pido al camarero, no lo conozco este si es nuevo, me lo sirve con mucha pompa como si fuera un magico elixir, cuando al verlo se me cae el mundo a los pies, aquello no es el cafe que yo recordaba era un simple pocillo de agua sucia y apestosa que no me atrevo ni a probar, dudo durante unos segundos, y cuando estoy a punto de claudicar, veo entrar por la puerta al dueño, viene cargado de bolsas, pero al verme se alegra tanto que las deja en el suelo y se acerca a saludarme, cuando ve lo que estaba a punto de tomarme el mismo me lo quita y lo tira al fregadero.

Entra tras la barra y se pone a preparalo el mismo, alterna preguntas sobre mi vida actual, con solicitudes de disculpa por el mal cafe, me explica que esta solo en el bar y que lo ha contratado como ayudante, me hace sentirme bien, en el fondo todo el mundo agradece que alguien se alegre de verte, me dice que luego hablamos pero que tiene que descargar la compra so pena de que se le estropee el congelado, le miro le sonrio y le digo que vaya que haga su trabajo que no se preocupe por mi.

Cojo mi cafe y veo que esta sola mi mesa de siempre, no es que me la hayan reservado solo que en un dia como este y a estas horas no hay nadie, asi que me dirijo a ella, dejo el cafe y me acueredo de la vieja gramola donde siempre poniamos discos, me acerco y la veo llena de polvo, sin preguntar la enchufo, pobre  la tele y la radio la han sustituido, noto el ruido del transformador, poco a poco y parpadeando se encienden los neones que la recorren salvo el de siempre al que hay que pegarle un suave toque para que se quede fijo, echo una moneda y selecciono…. B4 nuestra cancion la misma cancion de siempre.

Me doy la vuelta y mientras dejo a mi espalda la gramola, se lo que esta haciendo, un brazo electrico saca de un soporte el disco y lo acerca a un punto donde una cabeza lectora hace sonar el disco, un pequeño ruido de huevos fritos y voila, ahi esta la musica……

Me acerco a la mesa, y veo como sobreimpresos en los sitios, los fantasmas de ayer, el hombre gris, la mujer que triufa, ella, el, los amigos. me siento en la mesa y saco una pequeña libreta de papel, con tapas de piel, y palpo los bolsillos buscando un boligrafo un lapiz, solo encuentro una pluma, una viscontina, regalo de aquel que fue cronista de un encuentro de un hombre y una mujer, doy el primer sorbo del cafe y escribo, escribo con soltura, con tranquilida sin presion como si fuera la primera vez.

Y es que he he vuelto, he vuelto al Antiguo Cafe.

2 comentarios en “Regreso al Antigo Cafe

  1. tara

    tengo la misma sensación que tú esta noche..todo parece estar igual que antes,pero no es cierto lo que mas noto que falta es su presencia..pero los recuerdos me pertenecen ,esos no me los puede quitar.
    un arcoiris camarada por esos cafes..que nos secuestran hacia nuestros adentros.

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  2. hada azul

    El Antiguo Café…, todos tenemos algún sitio emblemático donde nos sucede lo mismo o similar.

    Es una parte de tu vida que se desarrolló allí­; ilusiones, cambios, amores, alegrí­as, decepciones, amistades, proyectos,… y además en una etapa de tu vida que todos echamos de menos y siempre hubiéramos querido cambiar de alguna manera.

    A veces en situaciones así­ te envarga una especie de melancolia o la sensación de darse cuenta que todo está igual, visulamente, pero también está más viejo y gastado y eso nos lleva a darnos cuenta de que nosotros también avanzamos en ese inexorable tiempo que no deja a nadie olvidado y en ese momento de reflexión es cuando nos podemos dar cuenta de muchas cosas y hacernos conscientes de la progresión que ha hecho nuestra vida: si hemos hecho lo que planeamos o lo que dijimos que harí­amos o los sueños que pensábamos se cumplirí­an y el rumbo que, a partir de ahora queremos seguir dándole.

    Y los recuerdos de las personas que con nosotros compartí­an esos momentos y sus vidas de entonces con lo que querí­an conseguir y en lo que ahora son o se han convertido, eso de los que no hemos perdido la pista y de los que no hemos vuelto a saber de ellos nos preguntamos si lo habrán conseguido.

    Y ya que estamos en el Antiguo Café brindemos «por antiguas veladas y músicas distantes» (Puentes de Madison, así­ como) «los viejos sueños eran buenos sueños, no se convirtieron en realidad, pero me alegro de haverlos tenido»

    Hada Azul

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