Corria el año 86, veinte años atras, estudiaba (o mas bien asistia) al I.P.N de Castellón, tras casi dos años teniendo que coger el autobus dia si y dia tambien para ir a clase, ya lo habia conseguido, mis padres me compraron la moto una maravillosa Derbi FDS que hoy en dia seria clasificada como macarra o churra pero que en su dia era el top of de tops, la envidia cochina del resto de los mortales.
Era Pascua, no era la Pascua de hoy en día en la que la gente tres meses antes ya tiene reservado donde ir y desaparece del pueblo como si alguna enfermedad extraña atacara a aquellos que se quedan, una pascua actual en la que hay que explicar porque se queda uno en el pueblo y no el porque uno se va.
Hace 20 años y bastante mas alla Vila-real era el centro del mundo en Pascua, la gente se reunian en pandillas y se iban a los masets a pasar el fin de semana, a comer paellas que se ponian en mesa a las 4 de la tarde, a comerse la mona , a beberse hasta el agua de los jarrones y aquellos que podian hasta darse los primeros revolcones.
Recuerdo como si estuviera alli, el como semanas antes buscabas alguna pandilla de chicas con la que unir tu pandilla de chicos, siempre habian intereses cada uno intentaba arrimar el ascua a su sardina al fin y al cabo pascua era un sitio tan bueno como otro para «pedir salir» pero al final el que tenia maset mandaba y decidia.
De las malezas que se hacian en los masets, no voy a contar nada, que luego todo se sabe, pero raro el dueño del maset que tras dejarlo algun año para pascua no tenia que arreglar alguna uralita o algun macetero y es que la combinacion de ciclomotores y alcohol era algo desastroso.
Si al principio se iba a pie, o en bicicleta, luego con los ciclomotores, la fiesta se transformo en un continuo ir y venir de dos y tres personas por ciclomotor al «maset de un amic» y el termino municipal se transformaba por arte de magia en una enorme sala de fiestas sin igual y totalmente desconocida en el resto de provincia.
Si por el dia era un desastre, por la noche tocaba «caperulles», y es que si bien Vila-real siempre ha sido un pueblo muy «devoto y catolico» tambien es verdad que las fiestas se han «suavizado» para hacerlas hasta cierto punto divertidas, y las procesiones de Semana Santa, que en otros lugares son sacrificios enormes, de gente que se autoflagela, de costaleros cargando pesos enormes aqui se transforma en gente vestida con los capuchones y las tunicas, empuzando pasos de la semana santa con RUEDAS (si cojones con ruedas que para eso se inventaron) y niños que bajo la tunica llevan caramelos que reparten a los conocidos sin que sepan quien se lo dan.
No se porque lo echo de menos, quizas sea un bicho raro, pero veo que cada cosa que se va perdiendo, nos hace perder un poco nuestra identidad, hasta no ser nadie.