Nicholas Wilcox escribe estos tres libros como una trilogia, quizas empujado por la Editorial a fin de cubrir expediente en lugar de escribirlo como uno con distintos capitulos, por desgracia estos libros no ponen sobre la mesa, nada sobre lo que no se haya escrito anteriormente y si bien tiene una arrancada muy buena en el primer tomo, llega a un punto en el que parece que le entra prisa por terminar y se saca de la manga una solucion ‘magica’ para recortar y terminar rapido.
Por otro lado estos libros si han servido para algo para darme ganas de leer el libro que genero esta trilogia «La lapida templaria» y que debio de ser lo bastante bueno para que la editorial publicara posteriormente esta trilogia.
Entrando en el tema del libro (me niego a tratarlo como una trilogia) se pueden ver muchos temas mezclados templarios, iglesia, merovingios, nazis, africa, demasiados quizas y demasiado tratados por encima para que se le pueda clasificar en ningun sitio, digamos que tiene trozitos del Codigo da Vinci, del Pendulo de Foucault, algo de novelas cutres de guerra y espias y mucho de especulacion.
El tema del nombre de dios o shem shemaorash que aparece en todo el libro en cursiva como si de una palabra magica se tratara, no es nuevo tampoco, En el pendulo de foucault tambien se hablaba de el, pero si has leido un poco mas puedes ver referencias a este hecho hasta en libros epicos de capa y espada y es que en varias tradiciones el poder de la magia radica en saber el verdadero nombre de las cosas, si sabes su nombre las domininas, el como encuentran el nombre de dios en la segunda parte del libro con la ayuda onirica del padre del profesor judio da casi risa.
En el tema del grial, pues nada que se limitan a nombrar un poco mas de las tradiciones que dicen que es un rito anterior a los cristianos y bla bla bla, en resumen como novela para pasar un rato es distraida, pero para buscar el grial me quedo con el que me ofrecian hace algun tiempo.