s mediodia, un dia, mas hay que coger el coche para ir a comer, esta semana de puentes es un poco extraña, todos los dias de trabajo son lunes y viernes a la vez, la gente ha aprovechado para hacer puente y acabar esos dias de vacaciones que todavia quedan, esta semana no hay chofer, tendre que coger una de las furgonetas y veo que no hay, pues nada habra que sacrificarse y coger una de las berlinas de lujo, cojo una de las tarjetas que actua como llave y recojo al unico compañero que viene a comer conmigo.Llegamos a comer, parece ser que el cambio de vehiculo lleva acarreadas propiedades milagrosas, las chicas que comen en la mesa que ponen en la calle, hoy nos miran y nos saludan, parece mentira lo habitual, es que si les dices buenos dias te contesten con un gruñido como si fueras poco menos que un pedigueño.
Hoy somos solamente dos, nada de la mesa larga donde corre la cerveza, los chistes machistas y racistas, hemos llegado bastante tarde, ya no nos esperaban y no nos han guardado mesa, el dueño esta en un compromiso, en cuanto a los dos que vamos a comer no le importaria mandarnos a tomar por…. pero la mesa se lleva reservando muchos años y no le gustaria perder tantos clientes fijos, asi que pone una sonrisa de circustancias y nos hace pasar a lo que yo hace tiempo bautice como ‘el comedor de los mancos’.
No se llama asi, ni siguiera, tiene nombre ni es un comedor, sencillamente es un comedor que por la extraña distribucion del local fruto de muchas y varias ampliaciones anteriores ha quedado en un nivel mas alto y se utiliza en cierta forma como reservado.
No es un lugar amplio, pero si es un poco mas reservado, la gente no te ven donde estas y por una curiosa situacion tu si ves a la gente que entra y te hace sentir un poco como un oteador que controla desde arriba esperando atacar sin aviso previo. El nombre se lo puse tiempo ha por la gente que pulula en ese comedor, tambien lo podria haber llamado el salon de la complicidad, el picadero o algo similar, pero me recuerda en cierta forma a la fila de los mancos, esa ultima fila del cine donde antes ibamos a meternos mano las parejas, a oscuras pero a la vista de todos los demas que como iban a lo mismo no miraban o si miraban callaban para no admitir que estaban alli.
Realmente no conozco a la gente, pero mi imaginacion les ha asignado roles, hay un tipo de unos cincuenta años que viste como si fuera un joven rebelde, vaqueros y camisetas harley, solo hay dos detalles que le delatan, que viste como un joven rebelde de hace veinte o treinta años y que toda su ropa rebelde/juvenil vale casi su peso en oro, sellos de marcas, harley davidson y un aire que suena a cambio esposa de 50 por dos ligues de 25, y bueno a este no le hace falta el aire, la chica sino de 25 si de treinta y pocos, rubia pelo en melena corto, engominado, viste ahora en invierno cuero, en plan motera, un rostro perfecto y una sonrisa encantadora, genero fino si señor, del que no se ve en las calles.
En la otra mesa uno de los habituales, hoy esta con una chica bastante normal, noto que un momento me hace señas indicandome que por favor, me porte bien y que no haga ningun comentario, parece ser que este gamberro que siempre esta metiendose con las camareras y puntuando las chicas cuando pasan esta casado, el local esta fresco, y el no para de sudar, se le nota intranquilo, quizas tema que alguien comente que esta es mas fea que alguno de los ligues que lleva habitualmente, o algo asi, dura es la vida del infiel.
Me gusta mucho una mesa donde un chico joven, ha invitado a su joven novia tambien, a comer, se le ve sufriendo pues no lleva mucho dinero y tiene miedo de hacer corto, ella deslumbrada por el local, se siente alagada, comenta los detalles, los cubiertos, los platos, pero por otro lado tiene miedo a pedir porque no quiere parecer desaprensiva, piden platos por pedir y despues piden ketchup y coca-cola pues en el fondo de esos cuerpos todavia son un poco niños.
Me encantaria ser uno de los dos de la mesa, son una pareja perfecta, no hablan apenas, solo se miran, y cuando en algun momento la mano de uno roza a el otro, ella baja la mirada y sonrie con una mirada atrevida y al mismo divertida, no estan sentados frente a frente como los demas, sino uno junto al otro, se cuentan cosas al oido, piensan un poco la respuesta a veces es un tortazo suave o un beso fugaz, la verdad es que con una copa de buen vino y una musica suave de fondo seria feliz solo viendoles comer.
No me gustaria ser la mesa que tengo detras, me he sentado de espaldas a posta para no verlos, es una pareja, mucho tiempo deben de llevar casados, ella le afea todo lo que dice a el, y el se dedica a ignorarla, mientras come compulsiva y rapidamente, esperando que si comen rapido se podran ir a toda velocidad.
Ahhh, se me olvidaba como no ‘La tigresa’ es una señora con dinero, con mucho mucho dinero, viste como si tuviera muchos muchos menos años de los que aparenta incluso despues de haber pasado varias veces por un quirofano para arreglos de chapa y pintura, siempre va a acompañada por chicos jovenes, jovenes con cuerpos de gimnasio, la verdad es que si alguna vez les he oido hablar no parecian capaces de decir muchas palabras con sentido continuadas.
La verdad es que hoy la carta esta bastante bien, pero estoy distraido, hay tantos estimulos, y tan poca conversacion, me doy cuenta de que mi compañero mira fijo a traves de la arcada que hace de mirador desde ese comedor, mira hacia una mesa,alli hay una chica, no es la primera vez que la mira, soy observador me he dado cuenta, cuando la ve traga saliva e intenta hacer algun comentario interesante, pero solo le sale algo asi como AAGALJTAJTJ, vamos que no consigue soltar ni chufa.
Y nosotros, si alguien subiera quizas le parecieramos una pareja de gays, vestidos con chaqueta de cuero, con grandes copas de vino, mirando hacia todas partes con aire de culpabilidad, asi lo interpretaria alquien que subiera con una vista como la mia.
Si ese alguien tuviera una vista simple y llana como la tuya, quizas vieras algo tan simple como dos personas, fuera de lugar, pero bueno no has subido, la hora de comer se ha acabado, me vuelvo a trabajar, me vuelvo a mi puesto, donde me pongo la mascara de la eficiencia, la piel de la crueldad y dejo de ser una persona para ser un trabajador.
Tres horas para el final de la jornada, tres horas para el final del tercer lunes-viernes de esta semana, los dias pasan lentamente, las horas se arrastran, pero tu perfume, tu perfume permanece como el primer dia.